miércoles, 19 de septiembre de 2007

Primeras impresiones

Salerno es una ciudad del sur de Italia perteneciente a la región de la Campania. Encajonada entre el Tirreno y una pequeña cordillera cuyo nombre desconozco -y que me ocuparé de investigar. Cercana a Nápoles y a Pompeya, encuadrada dentro de lo que se denomina Costa Amalfitana, considerada como una de las joyas del Mediterráneo. Una pequeña ciudad costera con el mismo encanto que puede ocultar cualquier otro tipo de ciudad de estas características.

No, amigos, no es un panfleto publicitario de una agencia turística, son sólo unas básicas coordenadas para que situéis física y geográficamente esta ciudad, que provoca inevitablemente, impresiones contrapuestas. En mi caso fueron bastante positivas, pero no es lo más habitual, ni siquiera en las circunstancias en que lo hicimos mis dos compañeros de viaje y yo. A pesar de que llegáramos a media tarde, sin comer, después de un viaje de hora y cuarto en un tren desvencijado, y que después de todo eso camináramos durante casi hora y media arrastrando nuestras pesadas maletas de frágiles ruedas a lo largo del empedrado de una de las calles principales de la ciudad en busca de una habitación en el albergue que no habíamos reservado.

Quizá estuviéramos sugestionados por el efecto Erasmus, y nos habría parecido preciosa aunque fuera el mismísimo corazón de las tinieblas, pero es algo que aún no hemos podido poner en duda.
Nos alojaron a los hombres en dos camas libres en una celda compartida con otros 6 . La mujer del grupo corrió la misma suerte, pero rodeada de sus congéneres. Así funcionan las cosas. El albergue es un antiguo convento restaurado, bastante acogedor y agradable. Un sitio tranquilo en el que el único problema deriva del descuido de algunas instalaciones. Como por ejemplo los colchones. Una noche sobró para que mi columna se convirtiera en un ocho.
Desgraciadamente, aquel no fue el único de los problemas que allí tuvimos.
Continuará.
Pasad un buen día.

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